Sentirse preocupado o nervioso es parte normal de la vida cotidiana. Todos nos irritamos o nos sentimos ansiosos cada tanto. La ansiedad de leve a moderada puede ayudarle a concentrar su atención, su energía y su motivación. Si la ansiedad es grave, es posible que tenga sentimientos de impotencia, confusión y preocupación extrema que son desproporcionados con respecto a la seriedad real o a la probabilidad de que se produzca el suceso temido. La ansiedad abrumadora que interfiere en la vida diaria no es normal.
La ansiedad puede causar síntomas físicos y emocionales. Una situación o un miedo específicos pueden causar alguno o todos estos síntomas durante un período corto. Cuando la situación pasa, por lo general, los síntomas desaparecen.
Los síntomas físicos de la ansiedad incluyen:
- Temblores, tics o tembleques.
- Sensación de nudo en la garganta o de opresión en el pecho.
- Falta de aire o notar el corazón acelerado.
- Aturdimiento o mareos.
- Sudoración o manos frías y pegajosas.
- Sentirse nervioso.
- Tensión muscular, dolores o sensibilidad (mialgias).
- Cansancio extremo.
- Problemas del sueño, como incapacidad de conciliar o mantener el sueño, levantarse temprano o desasosiego (no sentirse descansado cuando se levanta).
La ansiedad afecta la parte del cerebro que ayuda a controlar la manera en que usted se comunica. Esto le hace más difícil expresarse de manera creativa o interactuar eficazmente en las relaciones. Los síntomas emocionales de la ansiedad incluyen:
- Intranquilidad, irritabilidad o sentimiento de estar a punto de estallar o nervioso.
- Preocuparse demasiado.
- Tener miedo de que suceda algo malo; sentir que está condenado.
- Incapacidad de concentrarse; sentir que su mente se pone en blanco.
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